Carterista y policía, dos profesiones esencialmente toluqueñas, aunque contradictorias ambas requieren de habilidades, razones, y expectativas similares, la capacidad de escabullirse, de no ser visto asi se ande con abrigo rojo, de romper madres o que te rompan la cara en el momento menos esperado, todo eso ( y más) son cosas que se aprenden en la calle (no es que salgas con una libreta y tomes notas, no no no) pasa que cuando tus amigos del barrio son rateros, frontonistas, boxeadores, putas o simplemente vagos ( ya sea por elección propia o por que el sistema así los ha obligado) y uno es un niño con pretensiones de Tom Sawyer la fascinación de ese mundo te obliga a aprender a correr, gritar, chiflar, pelear y echar piropos; eso es tener calle: elevar a calidad de instinto de supervivencia cosas que no pasarían jamás en Monaco o El Vaticano, saber repeler a un probable ladron con una mirada o un modo de tomar el cigarro, atraer a la mujer deseada y/o amada con un modo de sonreír o guiñar el ojo; saber poner un buen madrazo aunque sea el único que diste en la pelea; en fin, habria que regresar el tiempo y verse en las calles y callejones de esos barrios, parase en la esquina a esperar a que salgan las de la secundaria, mirar el desfile de ladrones que sube con el botin del día; en fin larga vida a los barrios, su fauna, su drama y su aristocracia; Viva Mont Parnasse sobre Les Champs Elyses; Chamartin sobre Salamanca , El Bronx sobre 5 th Aveneu; Santa Barbara sobre San Carlos (sic).
